Premiar bien, formar mejor: el reto clásico de Marbella

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Hoy, 5 de septiembre, arranca la X edición del Marbella International Music Competition 2025. Es un buen momento para detenernos y repensar hacia dónde va este festival y qué lugar ocupa en la vida cultural de la ciudad.

La fotografía de los últimos años es clara: el palmarés ha estado dominado por músicos asiáticos —sobre todo surcoreanos, además de japoneses y chinos—, junto a excelentes intérpretes ucranianos y europeos. Es un dato, no un juicio de valor. La música clásica es un lenguaje universal y el mérito de quienes ganan es incuestionable: estudian con rigor, compiten con limpieza y tocan a altísimo nivel. Reconocerlo es lo mínimo.

Ahora bien, el dato nos interpela: ¿qué dice de nuestro ecosistema —de nuestros conservatorios, de los circuitos locales, de la conexión entre el festival y su comunidad— que, en un certamen dedicado al repertorio europeo, apenas aparezcan finalistas de nuestra tierra? La pregunta no busca alimentar tópicos ni levantar muros. Busca soluciones.

Un síntoma, no un complot

Que triunfen intérpretes asiáticos en repertorio europeo no es extraño: llevan décadas invirtiendo en educación musical, concursos y carreras internacionales. Lo relevante para Marbella no es “de dónde son” los ganadores, sino por qué aquí no logramos que florezca una cantera capaz de competir de tú a tú. Si Málaga presume de boquerones, playa, tecnología y calidad de vida, ¿por qué no puede presumir también de una ruta formativa que lleve a nuestros pianistas a esas finales?

Señales de desconexión

Este año hay decisiones que, juntas, invitan a una reflexión profunda:

  • Un concierto se traslada a Málaga “para atraer más alumnos”, algo razonable… pero que quizá debió hacerse desde las primeras ediciones si la meta era tejer red provincial.

  • Se cae la masterclass, herramienta clave para que estudiantes andaluces aprovechen la cercanía logística y reciban impulso real.

  • Se abandona el Auditorio José Pernía Calderón (650 plazas) en favor de espacios cerrados de aforo reducido (≈100), difíciles para familias y niños.

  • Persisten dudas prácticas: entradas comunicadas tarde y cupos mínimos en sedes como Buchinger, Museo Ralli o Museo del Grabado. Con el colofón en la gala de los 3 virtuosos - los ganadores de este año - en la que te toca esperar en la puerta del Museo del Grabado en fila a ver si hay sitio para poder atender.

  • La carga económica recae en la Davidoff Music Association, a la que le toca, además de organizar el certamen, hacer de jurado, y tocar en el único concierto de pago, aportar los segundos y tercer premios. El primero lo paga el ayuntamiento (3.000 €). Justo ahí cabría preguntar si no convendría reorientar parte de los incentivos hacia residencias o circuitos europeos —o andaluces— que fortalezcan el tejido local.

Nada de esto desmerece la ilusión y el esfuerzo del organizador: sin su empuje, Marbella no tendría hoy este certamen. Pero si todo esto no son síntomas de que hay que reajustar, ¿qué lo sería?

Propuestas concretas (y medibles)

Aquí no hace falta épica; hace falta método:

  1. Programa pedagógico estable: recuperar y blindar masterclasses anuales, con becas de desplazamiento para alumnado de conservatorios andaluces.

  2. Sesiones abiertas y piano en la calle: volver al paseo con un piano accesible; mini-conciertos didácticos para colegios y familias.

  3. Aforos y comunicación: priorizar sedes de 400–650 butacas al menos para la final; calendario y sistema de entradas públicos con 4–6 semanas de antelación.

  4. Repertorio con identidad: exigir una obra corto/mediana de compositores malagueños/andaluces en semifinal o final. Así se escucha, se estudia y se graba nuestro patrimonio.

  5. Premio “Joven Andalucía”: acceso exclusivo a estudiantes de conservatorios andaluces, con mentorización de un curso completo.

  6. Alianzas: Universidad, Filarmónica, orquestas jóvenes, fundaciones, teatros municipales y patrocinio privado; que el festival sea ecosistema, no islote.

Nuestros referentes existen: programémoslos

Si pedimos identidad, hay que nombrarla. Málaga y su provincia tienen historia y presente para armar un discurso curatorial sólido:

Compositores: Eduardo Ocón y Rivas, Emilio Lehmberg Ruiz, José Cabas Galván, Jaime Gregorio Torrens, Rafael Mitjana y Gordón.
Pianistas: Manuel Carra, Paula Coronas, José Carra.

No se trata de “cerrar” el festival, sino de abrir el repertorio para que quienes vengan del mundo entero se midan también con nuestra tradición. Eso es universalidad bien entendida.

Respeto al mérito, ambición para el modelo

Que este año volvamos a escuchar a dos coreanos y un ucraniano interpretando a los clásicos europeos es, ante todo, una buena noticia para el público: habrá calidad. Aplaudamos el talento, venga de donde venga. Y, a la vez, exijamos un modelo que eleve a nuestra comunidad: más pedagogía, más aforo, más planificación, más visibilidad y más identidad.

El concurso nació gracias a una iniciativa privada valiente. Toca su segunda fundación: la cívica. Si Marbella quiere un festival que perdure, debe hacerlo suyo sin perder la exigencia internacional: abrir las puertas, llenar las salas grandes, cuidar a los estudiantes y devolver la música a la calle.

Porque un certamen no es solo un podio: es la suma de cuánta gente entra, cuánto aprende y cuánto vuelve. Y ahí, hoy por hoy, tenemos margen —y responsabilidad— de mejorar.

Premiemos a los mejores, sí. Y construyamos, a la vez, el camino para que los mejores también crezcan aquí. Marbella se lo puede permitir; su gente se lo merece; la música, también.



Apéndice útil para el lector

Histórico (selección)

  • 2024: 1.º Geunpyo Park (Corea del Sur) — Premio del Público; 2.º Roman Fediurko (Ucrania); 3.º Kwanwook Lee (Corea del Sur).

  • 2023: 1.º Saya Ota (Japón) — Premio del Público; 2.º Sung Eun Kim (Corea del Sur); 3.º Jiwon Hwang (Corea del Sur).

  • 2022: 1.º Minsung Lee (Corea del Sur).
    2018: 1.º Giulio De Padova (Italia).
    2017: 1.º Ting Chia Hsu (Taiwán); 2.º Junhui Chen (China); 3.º Rie Kibayashi (Japón).
    2016: 1.º Yilan Zhao (China); 2.º Alexandra Gracheva (Rusia); 3.º Dong-Wan Ha (Corea del Sur).
    2015: 1.º Hee Jun Han (Corea del Sur); 2.º Deren Wang (China); 3.º Ivana Govedarska (Bulgaria)

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